El mes de julio marca un punto crucial en el ciclo del olivar. Con las altas temperaturas, el olivo se encuentra en una fase intensiva de desarrollo y engorde del fruto, que requiere una atención nutricional muy específica para asegurar una cosecha de calidad y cantidad.

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El olivo dedica gran parte de su energía al crecimiento de la aceituna y al endurecimiento del hueso. Esto implica una demanda elevada de nutrientes, especialmente de Potasio, que es fundamental para el llenado y la acumulación de aceites en el fruto.

Además, el estrés hídrico y térmico característicos del verano pueden limitar la absorción de nutrientes. Por eso, la aplicación de fertilizantes es de vital importancia.

Además del potasio, es fundamental aportar también otros nutrientes como nitrógeno, para mantener el vigor de la oliva y mejorar el engorde del fruto. Se puede aplicar mediante soluciones nitrogenadas.

No nos tenemos que olvidar de otros micronutrientes como el zinc, el boro, hierro o manganeso. Gracias a ellos mejoraremos el crecimiento del fruto.

Un par de consejos más. Recuerda adaptar el riego para esta época del año, evitando que el árbol sufra estrés hídrico y asegurando que los nutrientes lleguen bien a las raíces.

Y durante el mes de julio también es recomendable realizar un análisis foliar, así sabrás el estado nutricional del árbol.

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