El cultivo del ajo es uno de los más sencillos y agradecidos del huerto. Las bajas temperaturas hacen de noviembre y diciembre los meses más apropiados para sembrarlo.

Para realizar la siembra, se utiliza el propio diente de ajo, escogiendo los que mejor aspecto presenten, para garantizar buena cosecha. Sin embargo, este método pierde eficiencia a los cuatro o cinco años, por lo que es recomendable adquirir nuevos ajos de plantación.

El ajo se adapta bien a distintos tipos de suelos, siempre que no sean ácidos (pH menor de 6,5), aunque los prefiere ricos, ligeros y bien drenados, como la mayoría de las bulbosas. Es importante añadir a la tierra abono orgánico que libere lentamente los nutrientes a lo largo del cultivo y contribuya a mantener una buena estructura y textura.

Para su plantación en tierra, tras preparar correctamente el terreno, se debe realizar en líneas o surcos separados unos 25 centímetros. Cada golpe de plantación de diente de ajo debe de tener una separación de 6 a 12 centímetros. Y se introducen en el terreno unos 2 centímetros, quedando totalmente cubiertos de tierra.

ajos

Los dientes se deben plantar sin pelar y con la punta hacia arriba.

En cuanto a los cuidados de la siembra, hay que tener en cuenta que el ajo casi nunca se riega, ya que se cultiva en los meses lluviosos y de frío, por lo que suelen tener suficiente humedad para su desarrollo.  Hay que tener en cuenta que se deben eliminar periódicamente las malas hierbas para evitar que compitan con el cultivo. Por último, una vez que los dientes de ajo han germinado y los tallos alcanzan unos 10-15 centímetros, hay que prevenir los ataques de hongos con fungicidas, preferiblemente ecológicos.

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